Se cumplen hoy, 20 de mayo, 101 años de uno de esos sucesos olvidados por la Historia, ejemplo de lucha de la clase obrera, levantamiento espontáneo y eminentemente femenino ocurrido en las calles de Béjar, conocido popularmente como «motín del pan» que, si bien no puede encuadrarse dentro de los susodichos motines ocurridos por toda Castilla durante el siglo XIX, conservan mucha de la violencia que los caracterizaba.
Durante todo el año de 1920 estas protestas, manifestaciones y levantamientos callejeros protagonizados por mujeres se repetirían por varios municipios de la provincia de Salamanca (Alba de Tormes, Vitigudino…) , así como por municipios de ambas Castillas, enmarcados en torno a la «cuestión de subsistencias», esto es, la situación crítica por la que pasaban muchas familias debido a la subida del precio de los productos básicos, como ya lo habían hecho, aunque de manera menos virulenta, durante mayo de 1918 en poblaciones como Doñinos de Salamanca o Ciudad Rodrigo.
El elemento común es que la repulsa no se resigna a la simple denuncia contra los acaparadores, intermediarios y especuladores, contra el gobierno permisivo, contra la carestía de los precios, contra el desabastecimiento del mercado, sino que desborda esos márgenes y se transforma en un conjunto de ataques callejeros contra las tiendas o los inmuebles de esos acaparadores, intermediarios y especuladores. Contra esta crispación popular poco pueden los intentos de desactivación que se emprenden desde el Consistorio y otras instancias oficiales. Incautaciones, listas y declaraciones de existencias, tasas sobre la harina y el pan y tasas sobre los artículos de primera necesidad de la Junta Local de Subsistencias, creación coyuntural de trabajo, fijación de puestos oficiales de venta, censo de familias pobres, distribución de ropas, raciones externas de la Casa de Caridad, suscripciones populares para recaudar dinero para los más necesitados o para dar trabajo a los obreros, cantina escolar etc. Todo un repertorio de medidas incapaces de acallar el malestar social e ineficaces para actuar frente a la consistencia que ha adquirido la crispación que vive la ciudad en estos años.1
Cabe también destacar que no se trata de vulgares latrocinios, sino de una desesperada expresión de protesta, pues las mercancías saqueadas son siempre destruidas, hasta el punto de que si alguien es sorprendido queriendo apropiarse de los bienes o productos es duramente reprendido por el resto, como cuenta Cipriano Blázquez Jiménez, testigo y a la vez partícipe del “motín” bejarano, a la edad de siete años.2
Es digno de destacar que incluso el diario ultracatólico La Victoria se expresara, dos días después de los hechos, en estos términos:
«El malestar cada vez más creciente, que se nota en España entera por la escandalosa elevación que han sufrido todos los artículos de consumo, ha culminado en manifestaciones, que han degenerado en verdaderos motines en diversas ciudades, para pedir, principalmente, el abaratamiento de las subsistencias.
La carestía del vivir es tal, que el público consumidor, que ve con espanto subir y subir cada vez más todos los artículos, y que se encuentra huérfano de protección oficial, pues por el punible absentismo de las autoridades, que no han sabido conjurarla a tiempo, ha llegado esta angustiosa y dificilísima situación, ese público paciente y resignado, repetimos, ha tenido un gesto de virilidad y ha decidido defenderse por sí mismo. […]
La esperanza que durante la guerra se abrigaba de que terminada aquélla volvería a reinar la normalidad, se ha desvanecido ante los hechos, que demuestran lo contrario».
«Cierto es que la vida se hace imposible, tanto para los obreros, que ven que a medida que suben sus jornales, crece la carestía, como para la clase media, que con los mismos o mayores elementos que antes, tiene que hacer frente a exorbitantes presupuestos para satisfacer los gastos más necesarios […]
Es evidente que la codicia de muchos productores y la ambición de no pocos acaparadores, unidas a la inepcia de los gobernantes, han dado al traste con la normalidad de la vida, trayendo como consecuencia la triste y angustiosa situación que atravesamos».
El Adelanto, por su parte, el día 21 mostraba en su portada el titular «Béjar en estado de guerra», y dedicaba tres columnas a relatar, con todo lujo de detalle, los acontecimientos del día anterior:
«Antecedentes.-La carestía de la vida. Malestar general. Una comisión visita al gobernador civil.
No hay por qué decir que la tremenda carestía de la vida, provocada no sólo por el alza considerable de todos los artículos de primera necesidad, sino también por la escasez de otros productos que hace que además de no poderse atender debidamente al abastecimiento de la nación, se eleven enormemente sus precios, afecta ya por igual a todos los pueblos y ciudades de España. Hace unos días que en Alba de Tormes la multitud exteriorizó su malestar improvisando una manifestación callejera, que por fortuna, no revistió los graves caracteres que en un principio se creyeron. Ahora es en la inmediata ciudad de Béjar, donde ocurren serios disturbios originados por la carestía de la vida. En el día de ayer, Béjar fué escenario en el que se desarrollaron sucesos de importancia, que deben ser acicate suficiente para procurar, en los que esté en su mano, remediar en lo posible la aflictiva situación. El vecindario de la industrial población bejarana viene sintiendo un hondo malestar, como consecuencia de la carestía de las subsistencias. En previsión de posibles desagradables sucesos, una comisión del Ayuntamiento de Béjar se trasladó hace unos días a Salamanca, con el objeto de conferenciar con el señor Gobernador civil de la provincia. La comisión hizo presente a la primera autoridad civil la falta de harinas que en Béjar se venía padeciendo, demandando entonces del gobernador que, para el abastecimiento de aquella ciudad, le fuera concedida alguna cantidad de trigo del 20 o del 25 por 100 que los almacenistas de este cereal dejaban para el consumo de Salamanca. El Ayuntamiento de Béjar continuó realizando cuantas gestiones creyó convenientes para aminorar los efectos que la carestía de la vida producían, hasta que ayer estalló el conflicto.
Se organiza una manifestación de mujeres. A ella se unen las señoritas bejaranas. Visita al alcalde. Dice el señor Usallán.
En las primeras horas de la mañana de ayer, según los datos que por diferentes conductos hemos podido recoger, las mujeres de las más modestas clases bejaranas, organizaron una manifestación de protesta contra la carestía de las subsistencias. Las manifestantes invitaron a muchas señoritas a que se unieran a la manifestación, uniéndose a ella gran número de muchachas de la clase media y alta. La manifestación, muy nutrida3, se dirigió al Ayuntamiento con el objeto de recabar del alcalde la adopción de alguna medida que trajese como consecuencia inmediata la baja en los precios de los artículos más indispensables para la vida. El alcalde de Béjar, D. Luis Usallán, recibió a una comisión de manifestantes, prometiéndole convocar al Ayuntamiento a sesión extraordinaria, y también a las fuerzas vivas de la ciudad, a fin de estudiar el problema planteado y tratar de buscarle una solución armónica. Después, la manifestación de mujeres recorrió la ciudad, adoptando actitudes de violencia, hasta el extremo de asaltar varios comercios y una fábrica de harinas.
La violencia de la manifestación.-Cinco comercios y una fábrica de harinas, asaltados.-Destrozos e incendios de géneros.-EI primer asalto.
Continuando nuestras gestiones, en las últimas horas de anoche pudimos recoger nuevos datos de la manifestación bejarana, de cuyo acto nuestro corresponsal en Béjar nos había enviado, al mediodía, un telegrama en el que, brevemente, nos participaba que en la manifestación tomaban parte todas las clases sociales y que la fuerza pública salía a las calles con el objeto de disolverla. Primeramente, la manifestación se dirigió al comercio que el señor Calzada tiene establecido en La Corredera. El comercio del Sr. Calzada es de comestibles. Las manifestantes asaltaron la tienda, saqueándola y destruyendo cuantos géneros pudieron tener a mano.
El segundo asalto.-Géneros quemados -y destrozados.
Seguidamente, la multitud marchó hacia la plaza de la Piedad, donde D. Mateo Iglesias tiene su comercio de tejidos. La muchedumbre no pudo penetrar en este comercio por las puertas principales, haciéndolo entonces por las posteriores. Una vez en el comercio, las mujeres se apoderaron de piezas de tela en gran cantidad, sacándolas a la calle y haciendo con ellas hogueras. Los géneros saqueados fueron, pues, quemados en la vía pública, y otros completamente destrozados.
Otro comercio asaltado.-Loza destruida -Las manifestantes se apoderan de armas.
La violenta manifestación, causando en la ciudad la natural alarma, y creando, por consiguiente, una situación dificilísima, continuó en su actitud, asaltando el comercio de loza y cristal de don Lino Rodríguez Arias. Los manifestantes se apoderaron de loza en alguna cantidad, que destruyeron inmediatamente. También se apoderaron de algunas armas.
El cuarto asalto es a una zapatería.-Destrozos.
Todo cuanto vamos relatando, según los fidedignos informes que anoche pudimos recoger, ocurrió durante la mañana, antes de mediodía. Las amotinadas se dirigieron después a la tienda de calzado de don Serafín Sánchez, asaltándola. Al penetrar en ella se apoderaron del calzado que pudieron, género que corrió la misma suerte que los anteriores, pues las manifestantes, según lo tomaban, lo destruían.
Otro asalto sin destrozos.
Marchó la manifestación después al comercio de ferretería que en la calle Mayor tiene establecido la señora viuda de D. Apolinar Fraile. En este comercio no se causaron destrozos. Los dueños, al ver la avalancha de gente que penetraba en la tienda, se ofrecieron a entregar todo cuanto las manifestantes pidieran. Así lo hicieron, y las manifestantes se dieron por satisfechas, retirándose acto seguido.
El último saqueo. Contra una fábrica de harinas.-Trigo y harina al río.
Por último, la manifestación se dirigió a la fábrica de harinas de la viuda de Asensio. La multitud penetró violentamente en la fábrica, destrozando sacos de trigo y de harina, que después arrojaron al río Cuerpo de Hombre, en cuyas inmediaciones está instalada la fábrica.
Los obreros se unen a la manifestación y se declara el estado de guerra.
A las doce de la mañana los obreros de las fábricas dejaron el trabajo para comer. Y una vez que satisficieron esta necesidad, se unieron a la manifestación de mujeres, no volviendo a entrar al trabajo. La situación se agravó considerablemente. Y en vista de esto, se reunieron las autoridades. Eran ya las cuatro de la tarde. Con el voto en contra del alcalde, Sr. Usallán, se acordó que la autoridad militar tomase el mando de la ciudad. La excitación continuó, y, según parece, sin que podamos asegurarlo, al decretarse el estado de guerra, se oyeron, sin saber de dónde partieron, dos disparos de arma de fuego hechos al aire. La Guardia civil tuvo que intervenir durante estos sucesos, dando varias cargas y los toques de atención reglamentarios.
Las últimas noticias.- La noche tranquila.
La noche, por lo menos hasta las horas de la madrugada en que escribimos estas líneas, aparece tranquila. La fuerza pública patrulla por las calles. Pero los sucesos pudieran desgraciadamente reproducirse si el Gobierno no trata de solucionar este grave conflicto, enviando a Béjar en grandes cantidades artículos de primera necesidad al precio de la tasa. De este modo, según hemos podido oír de labios de elementos bejaranos, se aplacaría la grave situación. A estos mismos elementos les hemos oído elogiar la prudencia con que las autoridades han procedido en motín de tan difíciles y graves caracteres, dados los lamentables desmanes cometidos. Anoche llegaron a Béjar más fuerzas de la guardia civil.
Telegramas del Sr. Villalobos al Gobierno.
El activo y celoso diputado a Cortes por Béjar, D. Filiberto Villalobos, al tener anoche noticias de los sucesos ocurridos en la capital de su distrito, envió expresivos y a la vez enérgicos telegramas al presidente del Consejo de Ministros, señor Dato; al comisario de Abastecimientos y al ministro de la Gobernación, para el inmediato envío a Béjar de arroz y aceite a precio de tasa y en gran cantidad. También telegrafió al ministro de Instrucción pública, para que envíe las subvenciones prometidas para cantinas escolares, en las que tienen asegurada su alimentación muchos niños pobres. Asimismo telegrafió al alcalde de Béjar, participándole las peticiones telegráficas que había hecho al Gobierno, en vista de la grave situación de Béjar, y poniéndose a disposición de todos, por si juzgan útiles sus servicios o su presencia en la inmediata ciudad».
Un día más tarde, el 22 de mayo, también El Adelanto narraba la vuelta a la normalidad, tras el acuerdo de creación de una cooperativa popular y las gestiones del diputado Filiberto Villalobos:
«La tranquilidad, restablecida a última hora de la tarde del día en que explotó la excitación popular en la ciudad de Béjar por no poder soportar la carestía de los artículos alimenticios, continuó ayer, según nos manifestó el gobernador civil, ateniéndose a las noticias comunicadas por la alcaldía de aquella localidad.
Por la mañana se reanudó en el ayuntamiento la reunión de fuerzas vivas, convocada por la primera autoridad municipal, con el fin de acordar el abaratamiento de algunos artículos de primera necesidad.
Parece ser, según testimonio del señor Dacosta, que después de una larga y detenida discusión, se acordó crear una cooperativa como medio de evitar el alza de las subsistencias.
Los obreros entraron a trabajar en todas las fábricas y la tranquilidad fue absoluta en la ciudad.
De proseguir ésta por espacio de unos días, seguramente que se decretará el levantamiento del estado de guerra.
El diputado a Cortes por Béjar nuestro querido amigo D. Filiberto Villalobos, que se dirigió, según ayer dijimos, a varios consejeros de la corona solicitando el envío de artículos de primera necesidad para la industriosa ciudad, recibió ayer el siguiente telegrama del ministro de la Gobernación:
“El comisario de subsistencias ha ordenado se envíen arroz y aceite a Béjar en cantidad suficiente para el abastecimiento de dicha población”.
También el ministro de Instrucción pública ha contestado accediendo a las plausibles y activas gestiones del señor Villalobos, concediendo consignación para las cantinas escolares.»
Si bien es cierto que el mismo El Adelanto en su edición del lunes 24 de mayo dudaba de la materialización de estas gestiones:
«[…] Ahora lo que hace falta es que llegue esa cantidad a su destino, pues en diversas ocasiones nos hemos ocupado en estas columnas de la gestión del Gobernador civil para que remitan a esta provincia cien mil kilogramos de ese artículo, y no obstante los buenos ofrecimientos, hasta la hora presente todavía no han llegado».
Como dijimos al comienzo, las manifestaciones continuarían en otros municipios durante todo ese año.
Las mujeres de Alba de Tormes, tal y como informa El Adelanto del día 26 de mayo,retomarían las calles a las 7 de la mañana del día 25 , teniendo que cerrarse los establecimientos mercantiles y ordenando el alcalde de dicha localidad la detención de dos mujeres como instigadoras de los sucesos, lo que enardeció aún más los ánimos de sus compañeras, que trataron de libertarlas por la fuerza, lo que fue contestado con cargas por parte de la Guardia Civil.
Asimismo, la villa de Vitigudino viviría su propio “motín” el 13 de octubre, que se alargaría hasta el día siguiente y en el que participarían unas 300 personas, con similares causas, desarrollo y consecuencias.
A modo de cierre dejamos una editorial del citado semanario católico, La Victoria, del día 5 de junio de 1920, así como la hoja que la comisión designada para la constitución de la Cooperativa popular bejarana publicó para informar de las condiciones y funcionamiento de la misma, y las páginas originales de El Adelanto del día 21, relatando los hechos.
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(1) López Santamaría, Jesús. La ciudad de Béjar en el siglo XX. HISTORIA DE BÉJAR /VOLUMEN II, p. 226.
(2) Ruipérez María. La larga historia de un militante. TIEMPO DE HISTORIA n.º 22, 1-IX-1976, p. 32.
(3) Cipriano Blázquez Jiménez habla de unas 700 personas entre mujeres y niños en la citada entrevista (Ruipérez, María. Op. cit. p. 32).