«El domingo 22 de febrero de 1998 Virginia Garaioa fue atropellada a las puertas de la cárcel de Topas y murió allí mismo. Yo estaba a un lado del muro y ella al otro, estabas pidiendo mi libertad y la de los demás presos.
Tardé varios días en enterarme. Empecé a sospechar algo el día que los carceleros me cambiaron de módulo, me llevaban al módulo de ingresos, para ir al juicio que tenía pendiente.
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