Hace unos meses varias trabajadoras del Burger King constituyeron una sección sindical en la CNT. Comenzaron un conflicto para defenderse contra acosos, problemas salariales, horarios caprichosos y más asuntos. La reacción de la empresa fue cerrarse en banda, sin reconocer siquiera el derecho legal y moral de sus trabajadoras a hacer demandas. No sólo eso, sino que comenzó una campaña de intimidación contra las compañeras afiliadas.
Esto culminó hace unas semanas, cuando el restaurante realizó un traslado forzoso de una de ellas, rompiendo de forma deliberada su conciliación familiar. Hoy, acudimos a un juicio en su defensa.
Nuestra delegada sindical atestiguará que el traslado es una violación de sus derechos y necesidades laborales. Demostraremos que se trata una represalia sindical evidente. Su objetivo: castigar a quien se atreve a protestar y asustarnos para conseguir obediencia muda.
Pues bien, no estamos asustadas: estamos furiosas. No enmudecemos, gritamos. Gritamos que nuestra compañera merece pasar tiempo con su gente. Gritamos que merece luchar por ese derecho sin miedo a la represalia. Gritamos por ella, como gritamos por el resto de trabajadoras del Burger King, o cualquier otra dispuesta a pelear por lo que es justo. Gritamos que estamos hartas de empresas que nos explotan y que abusan de nosotras. Que ejercitamos nuestro poder colectivo para cuidarnos, defendernos y contraatacar.
Hoy por ella,mañana por todas.
¡Obrera,si no luchas, nadie te escucha!