Esta mañana recibíamos la triste noticia del fallecimiento del compañero José Luis García Rúa. Esta mañana, en Granada, su corazón se detenía, su aliento se extinguía, José Luis García Rúa dejaba este mundo pero sus obras y el recuerdo de su persona permanecerán por mucho tiempo.
José Luis García Rúa fue un militante de la CNT. De los que entregan su vida entera a una causa. Afiliado a la CNT a finales de la década de los 60, en plena clandestinidad. Tras la muerte del dictador Francisco Franco, se volcó en la militancia confederal, destacando como orador y conferenciante. En 1977 fue nombrado secretario de la CNT de Andalucía, cargo que renovará entre 1981 y diciembre de 1983 y, más tarde, en 1992. En 1988 fue elegido secretario general de la CNT, cargo en el que fue reelegido hasta 1992. En 1992 fue nombrado director del periódico CNT. Entre 1997 y 2000 ejerció de secretario general de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT). Colaboró en cuantas publicaciones libertarias acudieron a su pluma, participó en cuantos debates, conferencias, encuentros y mítines le eran propuestos por toda la geografía ibérica. Pero sobre todo se entregó a la militancia diaria, al anónima y constante trabajo permanente del anarcosindicalismo.
Desde el Secretariado Permanente del Comité Confederal queremos recordar a José Luis García Rúa y mandamos todo nuestro apoyo a su familia, amistades, compañeros y compañeras más próximos. Queremos recordar al militante abnegado y al gestor desinteresado, a la persona que estuvo a la altura de las exigencias de la Organización en todo momento y, junto con él, a tantos compañeros y compañeras que mantuvieron viva la llama del anarconsindicalismo en los duros tiempos en que los inclementes ataques del capital ponían en un duro brete a la CNT.
Si hoy la CNT es una realidad, si es una organización viva es gracias a compañeros de la grandeza de José Luis García Rúa. Si hoy la CNT camina más fuerte y segura en la senda del anarcosindicalismo, en la vía revolucionaria que compañeros ejemplares como Jose Luis García Rúa cimentaron y despejaron, incluso en momentos de dudas y terribles soledades.