NO MÁS NEGOCIO CON LA SANIDAD

Esta mañana del sábado 20 de Junio nos manifestamos para pedir una «Sanidad pública, gratuita, universal y de calidad, libre de manos privadas.»

En un primer momento un grupo de unas 70 personas nos dábamos cita las 12h en la concentración en las puertas del Área de Salud de la Junta de Castilla y León, en Av Mirat, donde se sumo el colectivo Salamanca Antinuclear.

Coreando consignas como:

«Gobierne quien gobierne la sanidad se defiende»,»Nuestra salud no es vuestro negocio», «Fuera empresas de la sanidad»
«Nunca más negocio en sanidad», «Ley 15/97 derogación»
«La sanidad no se vende, se defiende», «Nunca más muertes evitables»
«Fondos buitre fuera de las residencias», «Presupuestos militares para escuelas y hospitales», «Queremos tener consultorio en el pueblo»….

Esta concentración fue creciendo hasta rebasar los 150 asistentes, momento en el que partimos en manifestación. Durante el trayecto se iban sumando participantes y algunos se unían en aplausos desde los balcones hasta la llegada de la manifestación en la Subdelegación del Gobierno en Gran Vía.


Una vez allí procedimos a la lectura y reivindicaciones del sindicato que os dejamos a continuación.

Desde CNT Salamanca seguiremos con las movilizaciones en defensa de los nuestros y nuestra salud.

COMUNICADO:

«Hoy queremos empezar este comunicado citando unas palabras de Eduardo Galeano: “Maldita sea la exitosa dictadura del miedo que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal”.

La situación que hemos vivido ha sido fruto de los recortes y de la precarización de la sanidad, a raíz, tanto de la anterior crisis financiera, como de los eternos intereses privados de unos pocos, y que ha tenido como consecuencia miles de muertes evitables, por  este virus.

Llevan mucho tiempo retorciendo las palabras, tergiversando el lenguaje para que no veamos lo que hacen con nuestro dinero, llenándolo de eufemismos y creando términos para ocultar la realidad de sus propósitos. Desde hace años a los “desahucios” los llaman “procedimientos de ejecución hipotecaria” y, en lugar de “privatización”, hablan de “externalización de servicios públicos”.Ya no se habla de pacientes, ahora somos clientes.  Llevan años introduciendo el término “rentabilidad”, cuando la salud no es un negocio, sino un derecho fundamental ¡y así debe ser!

El beneficio de la sanidad privada aumenta cada año, mientras que el gasto en la pública decae de forma continuada. Del presupuesto sanitario de 2018, 8.000 millones de euros se destinaron a conciertos con empresas privadas, alcanzando su segundo máximo histórico, mientras el total apenas alcanzó el nivel precrisis. No es un problema de falta de recursos —de hecho somos el decimosexto país con más gasto armamentístico del mundo—, sino de gestión racional de los mismos. Queremos que ese dinero se invierta en cuidados y salud.

Las multinacionales y fondos buitre controlan el 75% de las plazas en centros de la tercera edad, este negocio mueve al menos 4.500 millones de euros anuales. Sufren una falta crónica de personal, con unos salarios ridículos, cuando las empresas declaran millones en beneficios. Se han convertido en factorías de atención, aparcamientos de abuelos con espíritu de eficiencia mercantil, y su principal característica es la precariedad, con más de 19.500 ancianos muertos, desatendidos y olvidados durante la pandemia, según datos facilitados por las CC.AA. Las cuales prohibieron que las familias se ocuparan de sus cuidados y ordenaron no trasladarlos a hospitales, porque no interesa gastar un céntimo en nuestros mayores. No podemos consentir que no tengan sus necesidades cubiertas, así como una vida plena y digna.

De igual manera, durante la pandemia no han proporcionado suficientes equipos de protección individual a los trabajadores. Salamanca es una de las provincias con más contagios de las trabajadoras dentro de los centros sanitarios y hospitales de toda Castilla y León.

Lo que exigimos es sencillo, una sanidad del pueblo y para el pueblo:

Queremos ser formados en la autogestión de nuestra salud y así evitar la  saturación del sistema sanitario por consultas innecesarias.

No podemos abandonar a las personas con enfermedades raras, crónicas o de salud mental. Recordemos que el suicidio es la principal causa externa de muerte en España.

No queremos ser la sexta comunidad autónoma más privatizada de España, queremos una sanidad en la que no haya intereses privados. 

Nos proponen soluciones fáciles a problemas complejos, con discursos vacíos en defensa de la “sanidad pública”. Debemos ir más allá. Hace falta señalar a los responsables. Entre ellos se encuentran los políticos que aprobaron la Ley 15/97 de nuevas formas de gestión en la sanidad; las llaman nuevas, en la lógica engañosa de que lo nuevo es mejor. La aprobación de esta ley abrió el camino legal que permitía transformar el sector público sanitario en un mercado de interés económico, ignorando lo importante, la salud de todas. Exigimos la derogación esta ley. También el artículo 90 de la Ley General de Sanidad que se ideó para que excepcionalmente los hospitales privados “complementaran” a los públicos a través de conciertos y que ha terminado siendo una estratagema para dirigir dinero público a bolsillos privados. No queremos a la privada parasitando lo público. Es necesario frenar este círculo vicioso entre la administración y las empresas privadas.

No queremos que nuestros hospitales estén a medio gas y, mientras, deriven pacientes a la privada. Queremos que aumente la contratación de personal sanitario, necesidad sobradamente demostrada durante esta crisis sanitaria, que se ofrezca una atención primaria de calidad, en lugar de las actuales consultas de menos de cinco minutos. Que todo nuestro personal sanitario tenga unas condiciones laborales dignas, eliminando la interinidad, la precariedad y la contratación privada de servicios auxiliares de los centros sanitarios y hospitales.

Una sanidad que llegue también a los pueblos de la España vaciada, que tanto han sufrido los recortes, reabriéndose los centros y consultorios rurales.

No podemos  seguir tolerando la inasistencia y abandono sanitario en las prisiones.

Tenemos que luchar contra la pandemia del capitalismo y tomar conciencia de que mediante la organización, el apoyo mutuo, la acción directa y la solidaridad a la que se refería Galeano, somos capaces de derribar la dictadura del miedo y conseguir una sanidad universal y gratuita, donde todas las personas tengamos acceso a unos medios sanitarios dignos para las necesidades médicas y cuidados que cada situación personal requiera.

Y siguiendo estas bases queremos demostrar que para nosotras no sólo son palabras. Por eso, hoy en todo el Estado, nos concentramos en apoyo y solidaridad con la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad.

¡Nunca más negocio con la sanidad!¡Por nuestros derechos, ni un paso atrás!»

NUNCA MÁS MUERTES EVITABLES, NUNCA MÁS NEGOCIO CON LA SANIDAD

La pandemia que hemos vivido estos últimos meses ha puesto sobre la mesa una situación que veíamos desde hace años: el desmantelamiento del sistema sanitario público español.

Nosotros sabemos que sí ha habido culpables de este problema, aquellos que en su día aprobaron la Ley 15/97 y el artículo 90 de la Ley General de Sanidad. Ley que permite que cualquier hospital pueda ser gestionado por una entidad privada, artículo que consiente los conciertos de hospitales.
Son muchos años de lucha desde muchos colectivos para echar abajo esta ley, pero hay mucho dinero de por medio… De nuevo, los partidos políticos no han defendido los intereses del pueblo, sino los individuales.
Estas mismas personas, que buscan únicamente el beneficio económico, han tenido en sus manos la salud y bienestar de nuestros mayores. Más de 19.400 muertos en residencias de ancianos muestran la precaria situación en la que se encuentran, la falta de recursos, atención, personal y apoyo sanitarios, la mala gestión, sobreponiendo el negocio a la vida.
Esto no podemos volverlo a permitir nunca.

Es ahora, más que nunca, cuando hay que salir a la calle a reivindicar lo que es nuestro: una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad para todos y todas. Un sistema que prevenga la enfermedad y planifique la salud de forma conjunta con el resto de la sociedad.

¿Que queremos?

* Exigimos la derogación de la Ley 15/97 que permite la privatización de la sanidad y del artículo 90 que posibilita los conciertos a empresas privadas.
* Devolución a lo público de todo lo privatizado.
* Atención primaria centrada en la salud colectiva.
* Incompatibilidad entre intereses públicos y negocios privados.
* No al cierre de consultorios en la Sanidad Rural
* ¡Fuera las empresas de la sanidad!
* Una industria sanitaria y farmacéutica pública.
* Sanidad para todos independientemente de la situación
administrativa.
* Cuidado y atención digna de nuestros mayores.
* Un sistema sanitario centrado en los determinantes sociales de la
enfermedad.

1º de Mayo 2020

Hoy es Primero de Mayo, un día simbólico y reivindicativo para toda la clase trabajadora. Hoy, que no podremos manifestarnos como nos hubiese gustado, vemos más necesario que nunca rememorar a todas las personas que lucharon por unos derechos que, a día de hoy, seguimos disfrutando y poder expresar nuestro ánimo de luchar por lo que es justo. Hoy sabemos que este sistema tiene los pies de barro, que se ha colapsado por una alerta sanitaria y que, si no ponemos sobre la mesa un cambio de rumbo, vendrán más colapsos; no solo sanitarios, sino también, ecológicos, migratorios, de consumo, laborales, financieros, etc. Hoy debemos ser conscientes de que el sistema siempre ha pasado por encima de cualquier bien común, aplastando los derechos y libertades de la mayoría en beneficio de unos pocos.

La sanidad (pagada por tod@s) lleva años desmantelándose. Se ha recortado en personal, en presupuestos, se han cerrado plantas de hospitales para que empresas privadas se lucren. El Estado, el poder político, lo ha permitido y potenciado. De los miles de millones de las arcas púbicas que se destinaron al rescate bancario, no se ha devuelto ni un solo céntimo. Mientras la banca siguen desahuciándonos, endeudándonos y echándonos de nuestras casas. Se destruyen y sobreexplotan los recursos en provecho de unos pocos. En materia laboral hemos sido despojados, en las últimas décadas, de muchos avances que se pagaron/consiguieron con sangre y vidas: en jubilaciones, en derechos laborales, en protección por desempleo… y ahora les pagamos sus ERTES con dinero público.

La experiencia nos dice que no podemos esperar nada de ningún gobierno. Una vez más, vemos como se aprueban medidas que empeorarán nuestra condición de vida. Como las medidas laborales, que permiten conceder ERTES, sin prácticamente ningún requisito, a grandes empresas que tienen la capacidad de asumir los gastos momentáneos con esos inmensos beneficios de todos los años anteriores: nuestro rescate tiene que salir, también, de nuestros propios bolsillos. O como las medidas sociales, que permiten el aplazamiento del alquiler para los caseros que tengan 8 viviendas, como si fuera necesario el alquiler de 7 casas para poder llegar a fin de mes. Además, se trata solo de un aplazamiento, no una suspensión de pago, porque, al parecer es aceptable que la clase trabajadora pierda, pero no que lo hagan los grandes propietarios. Mientras, en sus medios, nos cuentan que toman estas decisiones para que podamos cubrir nuestras necesidades básicas y para proteger nuestros puestos de trabajo. Pero no declaran nulos todos los despidos que se han llevado a cabo desde que se proclamó el Estado de Alarma.

En estos momentos, el discurso neoliberal de muchos grandes empresarios se desmorona. Ellos, que quieren que se aligeren sus impuestos porque es bueno para la economía, para quienes lo importante es liberar la iniciativa privada del control estatal, ellos piden y suplican ahora el intervencionismo más puro para sacarles las castañas del fuego y corren a las arcas públicas para pagar las nóminas de sus empleados. Poco cambio, a lo sumo el dinero del bolsillo de lo que se recauda, gracias al esfuerzo de nuestro trabajo, al bolsillo de las pobres empresas para que no sufran.

Desde sus medios de desinformación nos cuentas medias verdades, mentiras y bulos. Poco informan de que esta pandemia tiene un alto componente de clase y no afecta a todos por igual. No informan de que los efectos económicos de la misma se están cebando más sobre la clase trabajadora:

● ERTES, bajas médicas, disminución de salarios.

● Las condiciones de confinamiento son muy diferentes si vives en un piso de un barrio obrero o en un chalet con terreno en una urbanización de lujo.

● También observamos sus efectos sobre el pago de hipotecas y alquileres.

● Las consecuencias sobre la conciliación laboral en aquellas familias donde ambos progenitores trabajan en sectores esenciales, construcción o industria.

● Vemos quien saca al mundo del atolladero en estos duros momentos: sanitarios, limpiadores/as, transportistas, empleados/as de comercio, basureros, trabajadores de la ganadería, repartidores, jornaleros… la clase obrera, siempre tan necesaria y tan poco tenida en cuenta. También vemos como las empresas están preparando contra nosotros toda una ola de despidos para cuando termine el estado de alarma.

Por ello es hora de tomar conciencia, de ponerse en guardia. Debemos ser conscientes de nuestra fuerza y luchar para defender y reforzar lo que es vital defender y reforzar en los tiempos en los que vivimos: empleo de calidad, jubilación digna y asistencia social. Para ello es necesario derogar las últimas reformas laborales, blindar la sanidad pública, la educación, la protección del medio ambiente, etc. Anteponiendo todas estas cuestiones a los beneficios e intereses empresariales.

Históricamente, el respeto por nuestra dignidad se ha conseguido mediante la lucha y el apoyo entre iguales. Cuando nos hemos solidarizado y organizado para conquistar lo que nos corresponde. La CNT siempre ha sido defensora a ultranza del apoyo mutuo y la autoorganziación de los trabajadores y trabajadoras. Creemos que esta es la única forma real de conquistar y defender nuestros derechos. Mediante la solidaridad hemos alcanzado innumerables victorias. Sin ir más lejos, este mismo año cuando Leroy Merlin, en Salamanca, despidió a un trabajador pretendiendo que era un despido disciplinario. Mediante la acción directa y la solidaridad hemos logrado que la empresa reconozca el despido improcedente y abone 45 días por año trabajado, cuando la ley solo obliga a que sean 33.
Durante el confinamiento hemos visto aumentar la solidaridad en los barrios obreros con redes de apoyo a personas necesitadas. Esto no debería quedarse ahí. Cuando esta situación vuelva a la “normalidad” vendrán tiempos duros para las personas trabajadoras expuestas a despidos, ERES, vulneración de derechos, etc. Por eso, ahora con más razón que nunca, tenemos que continuar apoyándonos, organizándonos en nuestros barrios y trabajos para defender todos nuestros derechos.

Necesitamos luchar en las calles, tod@s unid@s, para derogar las reformas laborales, para que no puedan despedirnos libremente, para continuar mejorando nuestros derechos, últimamente tan reducidos, para defender una sanidad pública, universal de calidad y para conquistar la igualdad efectiva. Esto solo podemos hacerlo realidad con unidad, solidaridad y apoyo mutuo entre iguales.

VIVA LA CLASE OBRERA, tan necesaria y tan infravalorada.

¡Viva el Primero de Mayo!