1º de Mayo 2020

Hoy es Primero de Mayo, un día simbólico y reivindicativo para toda la clase trabajadora. Hoy, que no podremos manifestarnos como nos hubiese gustado, vemos más necesario que nunca rememorar a todas las personas que lucharon por unos derechos que, a día de hoy, seguimos disfrutando y poder expresar nuestro ánimo de luchar por lo que es justo. Hoy sabemos que este sistema tiene los pies de barro, que se ha colapsado por una alerta sanitaria y que, si no ponemos sobre la mesa un cambio de rumbo, vendrán más colapsos; no solo sanitarios, sino también, ecológicos, migratorios, de consumo, laborales, financieros, etc. Hoy debemos ser conscientes de que el sistema siempre ha pasado por encima de cualquier bien común, aplastando los derechos y libertades de la mayoría en beneficio de unos pocos.

La sanidad (pagada por tod@s) lleva años desmantelándose. Se ha recortado en personal, en presupuestos, se han cerrado plantas de hospitales para que empresas privadas se lucren. El Estado, el poder político, lo ha permitido y potenciado. De los miles de millones de las arcas púbicas que se destinaron al rescate bancario, no se ha devuelto ni un solo céntimo. Mientras la banca siguen desahuciándonos, endeudándonos y echándonos de nuestras casas. Se destruyen y sobreexplotan los recursos en provecho de unos pocos. En materia laboral hemos sido despojados, en las últimas décadas, de muchos avances que se pagaron/consiguieron con sangre y vidas: en jubilaciones, en derechos laborales, en protección por desempleo… y ahora les pagamos sus ERTES con dinero público.

La experiencia nos dice que no podemos esperar nada de ningún gobierno. Una vez más, vemos como se aprueban medidas que empeorarán nuestra condición de vida. Como las medidas laborales, que permiten conceder ERTES, sin prácticamente ningún requisito, a grandes empresas que tienen la capacidad de asumir los gastos momentáneos con esos inmensos beneficios de todos los años anteriores: nuestro rescate tiene que salir, también, de nuestros propios bolsillos. O como las medidas sociales, que permiten el aplazamiento del alquiler para los caseros que tengan 8 viviendas, como si fuera necesario el alquiler de 7 casas para poder llegar a fin de mes. Además, se trata solo de un aplazamiento, no una suspensión de pago, porque, al parecer es aceptable que la clase trabajadora pierda, pero no que lo hagan los grandes propietarios. Mientras, en sus medios, nos cuentan que toman estas decisiones para que podamos cubrir nuestras necesidades básicas y para proteger nuestros puestos de trabajo. Pero no declaran nulos todos los despidos que se han llevado a cabo desde que se proclamó el Estado de Alarma.

En estos momentos, el discurso neoliberal de muchos grandes empresarios se desmorona. Ellos, que quieren que se aligeren sus impuestos porque es bueno para la economía, para quienes lo importante es liberar la iniciativa privada del control estatal, ellos piden y suplican ahora el intervencionismo más puro para sacarles las castañas del fuego y corren a las arcas públicas para pagar las nóminas de sus empleados. Poco cambio, a lo sumo el dinero del bolsillo de lo que se recauda, gracias al esfuerzo de nuestro trabajo, al bolsillo de las pobres empresas para que no sufran.

Desde sus medios de desinformación nos cuentas medias verdades, mentiras y bulos. Poco informan de que esta pandemia tiene un alto componente de clase y no afecta a todos por igual. No informan de que los efectos económicos de la misma se están cebando más sobre la clase trabajadora:

● ERTES, bajas médicas, disminución de salarios.

● Las condiciones de confinamiento son muy diferentes si vives en un piso de un barrio obrero o en un chalet con terreno en una urbanización de lujo.

● También observamos sus efectos sobre el pago de hipotecas y alquileres.

● Las consecuencias sobre la conciliación laboral en aquellas familias donde ambos progenitores trabajan en sectores esenciales, construcción o industria.

● Vemos quien saca al mundo del atolladero en estos duros momentos: sanitarios, limpiadores/as, transportistas, empleados/as de comercio, basureros, trabajadores de la ganadería, repartidores, jornaleros… la clase obrera, siempre tan necesaria y tan poco tenida en cuenta. También vemos como las empresas están preparando contra nosotros toda una ola de despidos para cuando termine el estado de alarma.

Por ello es hora de tomar conciencia, de ponerse en guardia. Debemos ser conscientes de nuestra fuerza y luchar para defender y reforzar lo que es vital defender y reforzar en los tiempos en los que vivimos: empleo de calidad, jubilación digna y asistencia social. Para ello es necesario derogar las últimas reformas laborales, blindar la sanidad pública, la educación, la protección del medio ambiente, etc. Anteponiendo todas estas cuestiones a los beneficios e intereses empresariales.

Históricamente, el respeto por nuestra dignidad se ha conseguido mediante la lucha y el apoyo entre iguales. Cuando nos hemos solidarizado y organizado para conquistar lo que nos corresponde. La CNT siempre ha sido defensora a ultranza del apoyo mutuo y la autoorganziación de los trabajadores y trabajadoras. Creemos que esta es la única forma real de conquistar y defender nuestros derechos. Mediante la solidaridad hemos alcanzado innumerables victorias. Sin ir más lejos, este mismo año cuando Leroy Merlin, en Salamanca, despidió a un trabajador pretendiendo que era un despido disciplinario. Mediante la acción directa y la solidaridad hemos logrado que la empresa reconozca el despido improcedente y abone 45 días por año trabajado, cuando la ley solo obliga a que sean 33.
Durante el confinamiento hemos visto aumentar la solidaridad en los barrios obreros con redes de apoyo a personas necesitadas. Esto no debería quedarse ahí. Cuando esta situación vuelva a la “normalidad” vendrán tiempos duros para las personas trabajadoras expuestas a despidos, ERES, vulneración de derechos, etc. Por eso, ahora con más razón que nunca, tenemos que continuar apoyándonos, organizándonos en nuestros barrios y trabajos para defender todos nuestros derechos.

Necesitamos luchar en las calles, tod@s unid@s, para derogar las reformas laborales, para que no puedan despedirnos libremente, para continuar mejorando nuestros derechos, últimamente tan reducidos, para defender una sanidad pública, universal de calidad y para conquistar la igualdad efectiva. Esto solo podemos hacerlo realidad con unidad, solidaridad y apoyo mutuo entre iguales.

VIVA LA CLASE OBRERA, tan necesaria y tan infravalorada.

¡Viva el Primero de Mayo!