Concentración contra las Ordenanzas

Una veintena de personas se ha concentrado en la Plaza del Corrillo contra la mercantilización de las calles por parte de los Ayuntamientos.

Desde hace varios años el Ayuntamiento de Salamanca ha venido poniendo trabas a la actividad sindical de CNT: sanciones por repartir octavillas, por poner mesas de información… Su propia Justicia fue por un lado la que quitó la razón al Ayuntamiento por las sanciones por reparto de octavillas, dejándole bien claro a Mañueco y compañía que no podían, por mucho que se creyeran los sheriffs de este cortijo, impedir el reparto de octavillas, lo que su legalidad ha dado en llamar «libertad de expresión». Por otro lado, el Sindicato, asfixiado económicamente por el Ayuntamiento, tuvo que someterse a la única posibilidad que ofreció el Ayuntamiento para seguir colocando las mesas de información: abandonar la Plaza del Corrillo en la que CNT llevaba más de 30 años poniendo el puesto de propaganda.

No deja de ser algo habitual que las calles se saturen con terrazas de grandes empresas que limitan la circulación y convierten las rúas en auténticas aglomeraciones de gente. Y no deja de ser habitual que a gente con pocos recursos, económicos y materiales, se le pongan trabas económicas que sólo pueden cumplir grandes empresas con pingües beneficios. Es por eso por lo que se echó a CNT de la Plaza del Corrillo, junto con pequeños artesanos, para colocar la amplia terraza del McDonalds.

La rentabilidad de los espacios comunes es una prioridad para este Ayuntamiento. Por eso no se puede hacer botellón ni tomar una cerveza en la calle, a no ser que sea en una terraza de un bar o en una caseta de feria; o sea, por supuesto, una macrofiesta universitaria con el patrocinio de los macroempresarios de la hosteleria salmantina.

En respuesta a esta privatización progresiva de la calle, a la mercantilización de los espacios colectivos, a la rentabilidad privada de las vías que son de todos, a la normativización de las relaciones personales en el espacio público por los caciques locales; en oposición a las Ordenanzas locales que regulan cómo, dónde, con quién, con qué y para qué tenemos que salir a la calle; un grupo de unas veinte personas estuvimos repartiendo nuestra opinión con la gente que paseaba por la Plaza del Corrillo.

Comunicado:

En los últimos años los Ayuntamientos de numerosas localidades han dado un fuerte impulso a diferentes Ordenanzas que regulan el uso de las calles. Estas Ordenanzas se han venido imponiendo bajo diferentes pseudónimos que ocultaban parte de su finalidad. Ordenanzas de limpieza, Ordenanzas de venta ambulante, Ordenanzas de convivencia son algunas de las normas que los políticos locales han desarrollado para normativizar nuestras relaciones sociales fuera del estricto ámbito de nuestro hogar, a veces incluso regulando algunos aspectos de nuestra intimidad.

¿Qué regulan estas Ordenanzas?

En esencia estas Ordenanzas vienen a regular la utilización de las vías públicas hasta tal punto que se convierten en auténticos reglamentos de urbanidad. Reglamentos que son desarrollados por la corporación local, lo que convierte a los Ayuntamientos en auténticos gurús de la moralidad, que establecen cuándo se puede beber en la calles, quién puede repartir información escrita, dónde y por quién se pueden colocar avisos…

De esta forma, es sancionable desde un punto de vista legal y deplorable desde un punto de vista ético, que alguien se tome una lata de cerveza en un parque, pero no lo es si se bebe quince jarras de cerveza en una caseta montada para las fiestas; porque el Ayuntamiento así lo establece.

¿Por qué la calle es de las empresas?

No tenemos ninguna duda de que la calle pertenece a las empresas. Los Ayuntamientos regulan el uso de las calles conforme a criterios económicos, la calle deja así de ser un espacio de uso colectivo para ser un espacio de uso privado. Las excepciones reglamentarias establecidas por las diferentes Ordenanzas pueden ser sobrepasadas cuando se abonan finanzas a las corporaciones. De este modo, las calles pasan a estar ocupadas por terrazas, casetas y diferentes negocios que pueden permitirse abonar las tasas que impone el Ayuntamiento para el uso de las calles.

Así, las calles han pasado de ser un lugar de tránsito, de relación y de esparcimiento para ser un lugar de consumo. Es el caso de la Plaza del Corrillo, que desde finales de los setenta se había convertido un lugar para compartir cultura y que ha pasado, por la gestión del Ayuntamiento, a ser un lugar para el consumo de comida rápida.

Terminando…

Mientras se multa a quienes distribuyen libros y material para la reflexión, se ponen facilidades para que las grandes multinacionales vendan sus miserables productos de probado riesgo para la salud. Esa es la esencia de las empresas y de los políticos, negociar con nuestras vidas y con nuestras calles en su propio beneficio. Frente a la mercantilización de las vías, nosotros y nosotras reivindicamos un uso social y colectivo de las calles.